Desde que llegamos a la adolescencia y, sobre todo si somos mujeres, caemos en un precipicio sin darnos cuenta, el de la creencia limitante de que debemos ser como lo que se nos muestra. El canon de belleza del 90-60-90. Todo lo que salga del vientre plano, los muslos sin celulitis, en definitiva, «el cuerpo perfecto», es por denominación, imperfecto, horroroso, gordo, asimétrico.
La cultura, la moda…. Ha construido un estereotipo que debemos seguir como si fuera lo único válido. Imaginaros tener un poco de vientre porque hayáis comido más de la cuenta, por acumulación de grasa o simplemente, por algún trastorno intestinal, ginecológico… ¿Cuál es la pregunta predominante? ¿Estás embarazada? Y sonrojarse diciendo que no. Porque tener un poco de barriga es feo en una mujer, antiestético. Y qué decir de la época veraniega, aún en invierno con los abrigos o camisetas anchas podemos disimular la barriga, las caderas anchas o los muslos, la espalda de nadadora… Pero en verano todo queda al descubierto. La operación bikini, tenemos que estar durante varios meses antes comiendo «sano», metiéndonos en dietas de escándalo, matándonos en el gimnasio para tener ese cuerpo escultural sin un gramo de grasa. Porque lo predominante, lo válido, es ese cuerpo que nos enseñan en la televisión, en las revistas. Esos cuerpos que vemos en las series de televisión. ¿Os habéis parado a contar alguna vez la cantidad de mujeres con caderas que hay en las películas o series que veis? Ya no digo que tengas sobrepeso, no, no. Sino mujeres y hombres con «defectos». Todos son cuerpos de gimnasio, esculturales. ¿Por qué no nos muestran a personas reales? Porque estoy segura de que existen actores con «defectos».
Parece que desde la adolescencia hasta los 45-50 años hay que ser ese estereotipo. Una vez pasada esa edad, da igual. Haced una simple comparación, observad chicas y chicos jóvenes y gente adulta. ¿Cuál sería vuestro juicio? Probablemente juzgaríamos mucho más duramente la celulitis de una chica de 20 años que la de una mujer de 50. Incluso creeríamos que es feo en esa joven, no se cuida, no aprecia su cuerpo lo suficiente, es una dejada, no hace ejercicio, come mal, seguro. En la mujer de 50 diremos que bueno, puede ser la menopausia, es mayor, es normal que no se cuide. ¿Cómo va a ir al gimnasio? No, no. Y si por algún casual resulta que sí, que sí hace ejercicio, que hace dieta… Será raro, como raro es ver a una chica joven que no tenga un cuerpo escultural.
No digo que tengamos que venerar el sobrepeso ni mucho menos. Pero lo que no podemos hacer es castigarnos de esta forma. Inculcarnos una creencia que lo único que nos lleva es a la frustración, a la desesperación, la tristeza e incluso, la muerte. No podemos encajar a todo el mundo en un estereotipo. ¿Qué ocurre si mi cuerpo es ancho? Tengo caderas o cinturas anchas, pecho pequeño, pecho grande, tengo muslos o apenas tengo caderas…Nunca voy a ser como la moda me dice que sea. Y si lo intento llegará un momento en que lo que vea en el espejo no se corresponderá con lo que veo en la televisión, en esa serie para adolescentes que tanto me gusta y que tanto quiero imitar. Si además de la frustración personal, añadimos el juicio externo, entramos en un bucle autodestructivo imposible de parar. La responsabilidad de esta y otras creencias autolimitantes es de la sociedad que no ve que lo que hace es destruir, pero también nuestra por no aprender ni enseñar a observarlas, identificarlas y destruirlas. Los padres por un lado, nosotros como individuos después. Cuestionar, hay que cuestionar todo lo que sea categórico. Evitar que un pensamiento único modifique la diversidad y cree individuos frustrados, tristes, agobiados, infelices constantemente. ¿Cuántas ideas no nos ha inculcado la cultura y nosotros nos las hemos asimilado como propias?
Deberíamos aprender a normalizar lo que otros dicen que no es normal. Normalizar lo real, mirarnos en ello y comprender que está bien ser como somos. Da igual si somos bajos, altos, flacos, gordos… Lo que sea, pero somo reales y ya está, no hay ningún problema.
El problema lo han creado otros.